Errores invencibles by Oscar Morales

autor:Oscar Morales [Morales, Oscar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2021-04-15T00:00:00+00:00

El juicio dio comienzo un primero de octubre y se esperaba largo, no menos de quince sesiones, tres semanas de trabajo, ni siquiera sabíamos si serían de mañana y tarde, eso dependería de nosotros, de nuestros interrogatorios, de los retrasos, de los condicionantes, en fin. No fue sencillo llegar al palacio de justicia, de los pocos que aún quedan que puedan ser denominados palacios, porque lo fueron, no palacios reales pero sí palacios institucionales, edificios levantados con la sobriedad decimonónica que el Estado nación se concedía entonces y cuya soberbia y narcisismo romántico provocaría millones de muertes no mucho después. No fue fácil llegar, no, se confunden los nervios con el estrés, no hay que confundirlos, el estrés puede venir de los nervios, en décadas de carrera no había conseguido jamás sacármelos de encima, los nervios, que deben disimularse, disfrazarse de seriedad, de solemnidad ante la hora decisiva para el justiciable, si se me permite sin pretender dramatizar. Así lo vive un acusado de homicidio, aunque la pena que le pueda aguardar en una sentencia de culpabilidad no sea nunca ya la muerte, no aquí, sí inútilmente vigente en otros países, es una hora severa para el justiciable, porque no sólo es la pena, sino la condena, el pronunciamiento, el reproche social, la verdad emergente de una decisión judicial que acabará moldeando el recuerdo y la conciencia social, incluso la valoración, aquellos que apoyaban a Bonanza, los que llegaron a manifestarse, esos podrían ser mañana repetidores del reproche social de una condena por homicidio. “Ese es un asesino”, dirían confundiendo al homicida con el asesino, pero aprovechando la mayor gravedad del término asesino, con razón es más grave el término, porque más grave es asesinar que matar, asesinar es también matar pero no solo, es hacerlo sin que la víctima tenga opción de defenderse, alevosamente, o añadiendo sufrimiento innecesario a su cáliz, a su proceso mortal irremediable a manos del asesino, es decir, con ensañamiento. De todo ello se hace eco el justiciable, de todo ello se hace eco Miguel, a quien el proceso mismo moldeó el recuerdo y la valoración de sus propios actos. Los nervios hay que guardarlos, entonces, como ceremoniosamente, y eso puede generar estrés porque no deja de ser una actividad más a manejar simultáneamente a otras, al repaso mental de la causa, a la ubicación espacial de la sala antes de entrar en ella, al discurso largamente preparado para el alegato inicial al jurado, a la pura mecánica de caminar y de ejecutar la liturgia de la educación y mantener una conversación estable con Miguel o con su hermana, que lo acompañó siempre, parecía deudora de cuentas no saldadas aun, historias pretéritas que el tiempo habría precipitado con los disparos de Miguel, qué sabría ella de la conciencia de Miguel, de sus miedos y necesidades, lo cierto es que acabó siendo interlocución de la defensa, la línea de conexión entre la familia como concepto y Miguel y su defensor como unidad. Los nervios y el

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